Ellos consiguieron estar en la cúspide, la fama era algo familiar en sus vidas, sus caras aparecían en las principales portadas de las revistas, y sus teléfonos no paraban de sonar, eran requeridos constantemente, todos deseaban saber de sus grandes hazañas.
Un tiempo después, empezaron los escrutinios, los olfateos, los cuestionamientos, y ahí mismo fueron cayendo altares, deportistas que gozaban de respeto y prestigio, la desgracia le llegó sin avisarles. No es nada simple el cambio drástico que se dio en ellos, de la alabanza y los aplausos, al desprecio y el olvido.
Caramba, esa gran diva de la velocidad que mostró su fiereza en aquellos Juegos Olímpicos de Sidney 2000, en lo que conquistó 5 medallas, tres de oro y 2 de bronce, confesaría años después que usó sustancias prohibidas en dichas competencias, las preseas ganadas le fueron retiradas, así Marion Jones pasó de la fama al abismo, a la soledad.
Un montón de deportistas de diferentes disciplinas han tenido que buscar el auxilio de sustancias para mejorar su rendimiento, es penoso por ejemplo como un jugador de la categoría de Roger Clemens, con esas estadísticas súper impresionantes, en el béisbol, ganador de 7 premios Cy Young, y con casi 5 mil bateadores ponchados, verlo en el retiro con la mancha azarosa del consumo de los esteroides.
La lista es larga, de esas figuras que grabaron sus nombres con letras doradas en los libros deportivos, que no había adjetivos para calificar sus grandezas, que eran parte de una élite, que los cronistas fascinados los tuteaban con los dioses.
Hay una enorme presión en las figuras deportivas, se busca que consigan y rompan récords, que ponga al público a delirar, que hagan de todo por sobresalir, en fin que triunfen, que se distingan de los mortales, después de la tragedia hay que reescribir los hechos, agregándose nuevos elementos nada agradables para sus protagonistas.
Imagino que su cotidianidad es dolorosa, sin los flashes, sin los vítores, nadie ya los llama para que hablen de lo que fueron sus logros, no son paradigmas, cuando mencionan sus nombres ya no merecen el cariño y el respeto que una vez tuvieron. Amarga realidad la que viven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario